- ¿Sabéis que encuentro irresistiblemente erótico de los hombres?
- Su inteligencia. Sí, sí.
Eso no quiere decir que un hermoso cuerpo no me haga subir la temperatura unos cuantos grados Celsius, pero la seducción y el deseo me entran primero por el oído. Según que conversaciones, que descripciones, y muy importante, el tono con que se digan, actúan como una pócima para despertar mi interés.
También los ambientes.
Una luz cálida y tenue, olor a especias o a incienso, una música suave...acabaría por perderme.
Pero si por el contrario la luz es intensa, huele a mar y a sal y se oye el romper de las olas... entonces puedo derretirme.
Aunque si todo está oscuro, tan sólo iluminado por luces de neón que provienen de la calle, atruena música heavy y huele a feromonas que quita el sentido... entonces seguro que enloquecería.
Pero hay más, muchos más, de ambientes y situaciones.
Pero primero han de aparecer las palabras. Es un requisito imprescindible y después, y sólo después dejaré que las sigan los gestos.
Y es porque creo que hay cosas que deben relatarse antes de suceder. Imaginarlas, soñarlas, desearlas... Así cuando ocurren llegas a ellas con verdadera desesperación.
Me gusta imaginar situaciones, recrearme en ellas, cuanto más inverosímiles mejor, y nunca las mismas. Hay hombres a quienes les gustan las mujeres así. Es una suerte. Porque somos distintamente iguales a todas. Cuerdamente locas, ardientes damas de hielo, románticas lectoras, estílistas imaginativas y decoradoras de la realidad y valientes inconscientes que viven el momento.
Quien un día empezó a llamarme bruja, sabía muy bien lo que decía. No es por tener verrugas, ni por mi pelo negro, ni tan siquiera porque a veces adivino el futuro. Es porque vuelo. Y no me hace falta ningún tipo de escoba. Tampoco alas, nací con ellas. Creía que esas alas eran pequeñitas hasta que las desplegué. Son enormes! y me llevan a veces más lejos de lo que podía imaginar. Yo soy de ese tipo de personas que deseo las cosas con el cuerpo y con el corazón. Estos órganos míos son unos exigentes de cuidado, y he de decir que de un tiempo a esta parte, los tengo consentidos. Les concedo todos sus caprichos. Quizá algún día este mimo me pase factura, pero el premio lo habré disfrutado. Y vuelo también ahora con la imaginación, me acompañan las palabras, formando relatos, historias, fantasías, cuentos ... Palabras que al escribirlas me calman, ordenadas me motivan, aconsejadas me emocionan, escupidas me hieren y susurradas me excitan.
Me inicio en un nuevo reto, el de plasmar historias, reales o fantasiosas, escritas con mayor o menor tino para ver más adelante donde este juego desemboca. Es hora de resarcirme de lo poco que lo he hecho hasta ahora.
2 comentarios:
Autorretrato de una Deidad podrías haberlo titulado...
Un beso con_sentido
Me has visto las alas Pepe?
Quizá porque tu también sabes volar...
Un beso con_sensuado.
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